Tu apoyo en YouTube me inspira, descubre Alfredoistic
El 2005 fue un año bisagra para mí y para todos, el mundo todavía sonaba a módem metálico, los CDs seguían en los estantes, los USB empezaban a asomar tímidos, y en las vidrieras aparecían los primeros televisores plasma mientras la mayoría seguíamos con tubo, ese año me llegó mi primera gran herramienta, la Mac mini, una cajita blanca y minimalista con Intel Core 2 Duo 2.0 GHz, 4 GB de RAM, gráficos NVIDIA GeForce 9400M y un disco de 640 GB que para mí era un océano sin fin, lo mágico era que la podía conectar a cualquier monitor y esa flexibilidad se sentía revolucionaria, con esa Mac mini edité mis primeros videos en iMovie que ya venía instalado, la mayoría los grababa en cintas miniDV y las capturaba en tiempo real en Mac OS X, era un proceso lento y casi meditativo, mientras tanto Apple nos cambiaba el oído con la música portátil, el iPod de 2001 abrió el camino, el iPod shuffle en 2005 chiquitito y sin pantalla, el iPod classic en 2007 con su rueda icónica y miles de canciones, y el iPod touch también en 2007 que ya parecía un iPhone sin llamadas, en 2005 nació YouTube, el primer video Me at the Zoo se subió el 23 de abril y parecía nada, no existían los botones de suscripción como hoy, había un sistema de 5 estrellas ⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️ y recién entre 2006 y 2007 se integró el botón Suscribirse, no había monetización ni creadores como concepto, era gente subiendo videos caseros, en 2006 Google compró YouTube y nadie imaginaba lo que venía, MySpace, nacido en 2003, estaba en su pico entre 2005 y 2008 y muchos embebíamos videos de YouTube en el perfil, yo todavía no tenía canal pero miraba todo con curiosidad, sin darme cuenta esa Mac mini se convirtió en mi taller secreto mientras YouTube empezaba a volverse la plaza pública de toda una generación.
No lo vivimos en vivo, lo fuimos entendiendo en diferido, como cuando rebobinás la cinta y recién ahí caés en todo lo que pasó, dejamos los teléfonos con tapa y sin darnos cuenta empezamos a deslizar pantallas, pasamos de las miniDV a los archivos, de los cables a la nube, de las cinco estrellas al suscribirse, de los foros al feed. Mirás para atrás y ves que cada paso parecía chico pero todos juntos movieron el piso, como una marea silenciosa que te va cambiando la orilla. Hoy seguimos en esa corriente, aparece una app nueva, un formato nuevo, una forma nueva de mirar y de contarnos, y otra vez llegamos tarde a la definición pero a tiempo para vivirlo. Tal vez esa sea la enseñanza, la revolución no hace ruido, avanza bajito, y cuando por fin la nombramos, ya está un poco más adelante.
Con 250GB y procesador Intel Core 2 Duo, fue mi primer taller digital y la chispa que me llevó a soñar con YouTube
2004 (mi primer viaje a Londres) con mi Olympus FE-280 , comprada en £ libras, empecé a jugar en serio: selfies, clips cortitos y mucha prueba y error. Esa compacta chatita me enseñó a mirar y a perder la vergüenza; fue mi escuela portátil. De ahí di el salto al iPhone 3G, pero el impulso de crear empezó acá.
Yo miraba el mundo digital desde la vereda, con lentes de colores y una sonrisa tímida que escondía nervios y ganas. En ambas fotos llevo el mismo amuleto que lo usaba en el cuello en esa época: un cuarzo transparente que me acompañaba desde mucho antes de empezar en YouTube, un farito personal de claridad y posibilidades. Todavía no subía videos ni tenía equipo; no había micrófono, ni luces, ni plan perfecto, apenas una cámara prestada y el impulso de crear. Pero algo ya latía distinto: la intuición de que algún día iba a hablarle a una cámara como quien le habla a un amigo, que iba a contar historias, guardar instantes y encontrar sentido en lo cotidiano. Antes de los guiones y de las ediciones, antes de cualquier “publicar”, estaba ese deseo chiquito y porfiado que el cuarzo me recordaba en el pecho: si lo cuidás, va a crecer. Ahí, sin darme cuenta, empezó todo.
2009–2014: La iMac de 24” y Uruguayo Incoherente
Sé que muchos youtubers de habla hispana tenían sus propias experiencias y juntadas, pero la mía fue distinta, como creador hispano viviendo en Norteamérica nunca llegué a vivir una juntada de youtubers; fue un camino más bien solitario. Por eso acá comparto mi historia, la mirada de un youtuber de habla hispana desde el exterior. Comencemos:
El 14 de mayo de 2009 me compré una iMac de 24 pulgadas Early 2008 con SuperDrive para grabar DVDs, no era la última con lectora óptica porque Apple recién la sacó en las iMac de fines de 2012, pero para mí fue un nuevo comienzo, venía de cerrar un canal experimental en 2006 y estaba listo para arrancar de cero con otra idea, mientras YouTube ya corría desde 2005 en Latinoamérica seguíamos usando Fotolog y Metroflog a full, Fotolog había salido en 2002 y explotó entre 2005 y 2008 muy fuerte en Chile Argentina y México con la lógica de una foto por día y comentarios que armaban tribus y microfama, Metroflog se hizo popular entre 2006 y 2010 especialmente en México y Argentina con una vibra más barrial y masiva, al mismo tiempo en Norteamérica muchos estábamos con Flickr desde 2004 como el gran álbum web pensado para fotógrafos y bloggers con tags grupos datos EXIF y licencias para curar y archivar con calma, en 2010 apareció Instagram con espíritu mobile first con feed inmediato filtros rápidos y likes y comentarios bien visibles diseñado para velocidad y viralidad, si lo resumimos queda así, Flickr era colección y comunidad temática, Instagram era tiempo real e identidad social, en Argentina también explotó la movida flogger entre 2007 y 2009 con estética propia y boliches de electro, existió además DailyBooth muy popular en Norteamérica lanzado el 13 de febrero de 2009 con la idea de una selfie por día y comentarios, se conectaba muchísimo con los primeros youtubers y con Twitter, pero le tuvimos que decir adios a DailyBooth, cerró en 2012, antes de todo eso estaban los foros con nicks firmas avatares e hilos eternos donde aprendíamos a embeber un video a pedir feedback y a bancarnos las críticas, después llegó Blogger que Google compró en 2003 y muchos creadores abrimos nuestra casa propia justo cuando YouTube nacía con posts largos fotos enlaces crónicas del detrás de escena y los primeros videos incrustados, en 2007 apareció Tumblr y cambió el pulso con microblog visual reblog al toque gifs recortados de nuestros videos y frases que viajaban como chispas, mientras Blogger guardaba la historia Tumblr encendía el presente y tendía un puente entre los foros que nos dieron voz y el YouTube que nos dio imagen, el 8 de enero de 2010 abrí Uruguayo Incoherente mi primer canal oficial y con esa iMac edité videos durante cinco años, eran tiempos de comunidad pura en YouTube, en 2009 desaparecieron las estrellas y llegaron los botones de like y dislike, en 2010 salió el primer YouTube Rewind celebrando a los creadores, los canales tenían muros y fondos personalizados y si eras partner podías poner un banner clickeable, las video respuestas eran magia hasta que en 2013 las eliminaron por el spam, ese mismo año llegó la integración con Google Plus para comentar y fue una polémica enorme, mientras tanto la tecnología móvil explotaba con el iPhone 3GS en 2009 con el iPad en 2010 que parecía de ciencia ficción con el iPhone 4S en 2011 que trajo a Siri y con los iPhone 5 y 5S entre 2012 y 2013 con cámaras mejores y Touch ID, el iPod touch se consolidaba como la compu de bolsillo para quien no tenía iPhone, el ecosistema digital era un hervidero, Facebook dominaba con fanpages, Instagram nacía con filtros de sabor vintage, en 2013 Vine rompía esquemas con videos de seis segundos abriendo camino a los formatos cortos que después siguieron con Musicaly y más tarde TikTok, Twitter vivía su edad dorada con hashtags, en Hispanoamérica Taringa era el lugar para compartir y viralizar, y si me voy un poco más atrás para pintar el clima de internet hay que nombrar el primer gran meme masivo, el Dancing Baby de 1996, que prendió la mecha de la cultura viral mucho antes de todo esto, fueron años de exploración retos colaboraciones Vlogmas en diciembre y la ilusión de vernos en el Rewind, y esa iMac de 24 pulgadas no fue solo una máquina, fue mi taller, donde encontré mi identidad como creador en YouTube.
l momento en que llegó mi primera iMac de 24 pulgadas. Adentro estaba la herramienta que me acompañaría durante cinco años de creación.
Yo, feliz, estrenando una computadora que se convertiría en el corazón de Uruguayo Incoherente. Era el inicio de un viaje que no imaginaba a dónde me llevaría.
El Primer encendido
Sacando la iMac del plástico, listo para comenzar a editar. Con ella nacerían mis primeros 444 videos y mi identidad como creador en YouTube.
Con este iPhone 3G de color blanco con protector celeste, grabé mis primeros videos en YouTube. Era el 2010 y este celular icónico marcó el inicio de mi camino en la plataforma.
Un disco inalámbrico de 2TB con Wi-Fi 802.11n que hacía backups automáticos vía Time Machine, un salto enorme en seguridad digital.
Como se veía mi canal 2010
(sin ser partner)
Como se veía mi canal 2011
(sin ser partner)
Como se veía mi canal 2012
(con banner porque ese año recibí el partnership)
Como se veía mi canal 2013
(Youtube cambiaba dramaticamente su look)
Logo del canal 2010
Logo del canal 2011
Logo del canal 2012
Logo del canal 2013
La tableta más delgada y ligera de su tiempo, con doble núcleo y cámaras, que me permitió crear y conectar en cualquier lugar
Un año de identidad y estilo, donde mi personaje creativo se expandía al mismo ritmo que crecía la comunidad en YouTube
Con la Canon Vixia grababa en miniDV con una calidad HD increíble y, mientras capturaba en tiempo real por iMovie, también hice fotos que imprimí en mi primer fotolibro desde iPhoto.
Estas cintas miniDV me enseñaron paciencia: cada hora se volcaba a mano, pero el HD de la Vixia valía cada minuto.
La Canon 7D con tarjeta de memoria me dio HD limpio e importación directa, ahorrándome horas de edición.
Me partió al medio descubrir que, para algunos, lo mío no vale la pena. Ser youtuber es un camino bastante solo, pocos lo ven como laburo posta. Piensan que es buscar atención o fama y no miran las horas de guion, la luz que armás y desarmás, la edición que se come la madrugada, ni los comentarios que te pegan donde duele. Lo que más lastima es cuando esa mirada viene de tu propia familia, nunca un bien ahí, nunca un te banco. Mil veces inventé excusas para no incomodar, para no decir que no podía ir a una cena porque tenía que grabar. Y uno deja cosas al costado, salidas, tiempos, fechas que importan, para construir algo que casi nadie entiende hasta que existe.
Y están las mil pequeñas tragedias del oficio: las veces que apretás grabar y la batería estaba muerta, las veces que filmás sin audio porque el mic no andaba, las veces que la compu no da más y el programa se cuelga y te deja con el alma en pausa. La plata que se va en equipo: tener un trípode nuevo que no se tambalee, una luz que no te haga sombras feas, un buen micrófono, una buena computadora para poder editar sin sufrir. Y, sobre todo, buenas ideas, porque todo nace ahí. Podés tener la mejor cámara, pero sin una idea todo se cae. Encima hay que bancarse a los de siempre en los comentarios, los haters que no te quieren ver crecer y se mueren de envidia cuando los suscriptores suben. Exponerse no es fácil: uno pasa por mucho, y si sos sensible, pararte frente a la cámara y decir lo que pensás te deja el corazón a la intemperie. Y en esa época no existía la inteligencia artificial para arreglarte un guion, lo escribías todo a pulmón, solito, palabra por palabra.
Algo que casi nadie sabe es cómo llega esa plata. En YouTube no te pagan la vista porque sí. Te pagan por la publicidad que aparece en tus videos cuando estás en el Programa de Socios. Esos avisos antes de que empiece el video, en el medio o al final, los banners que ves abajo, todo eso son anuncios que pagaron marcas. YouTube cobra a los anunciantes y reparte con el creador una parte de esos ingresos. Lo que te llega depende de mil factores: el país del público, la época del año, el tema del video, si el anunciante pagó más por ese público, si el video cumple las normas y si las vistas son válidas. A fin de mes, si superás el mínimo, te lo liquidan por AdSense. Por eso dos videos con la misma cantidad de vistas pueden pagar distinto. No es magia, es publicidad que se compra y se vende, y de ahí sale el ingreso del creador.
Por eso aquel día fue distinto. No fue una fortuna, pero la sensación fue indescriptible: abrir el correo y ver que, después de tantas horas grabando, editando y aprendiendo de cero, YouTube me estaba pagando por mi esfuerzo. Fue como si ese mundo digital que miraba desde la ventana me invitara a pasar a la sala principal. En ese instante entendí que no era solo un hobby de trasnoche. Había algo real, concreto, con peso propio. Una lucecita diciendo: esto que amás hacer también puede sostenerte.
Me quedé un rato frente a la pantalla, respirando hondo. Repasé las madrugadas, los intentos fallidos, los nervios antes de apretar publicar, el mate frío al lado del teclado, las dudas que te hablan bajito cuando nadie te ve crear. De pronto todo eso tuvo eco. No gigante, pero lo suficiente para correrte el corazón de lugar. Fue una validación íntima, una palmada en el hombro que decía: vas bien, seguí.
Ahí me cayó la ficha: esta es mi profesión. La primera vez que alguien me pagó por crear online no fue solo plata. Fue un pacto, un antes y un después. Desde ese día me levanto sabiendo que mi trabajo es contar, editar, aprender, equivocarme y volver a empezar. Cada minuto frente a cámara, cada toma repetida, cada corte al milímetro tiene sentido porque llega a alguien, porque deja una marca, porque abre camino.
Y lo mejor es que esa sensación no se gastó. Todavía hoy, cuando me acuerdo de ese primer depósito, vuelve la misma mezcla de orgullo, sorpresa y gratitud. Como si el universo me guiñara un ojo y dijera: viste, valía la pena. Yo asiento en silencio, abro el próximo proyecto y sigo. Porque entender que esto es trabajo también es aceptar que la maravilla está en hacerlo todos los días, con paciencia, con amor y con la certeza de que la pasión, cuando la cuidás, termina sosteniéndote… y sosteniendo a otros también.
En 2007 empezó todo para mí con el en vivo: con Justin.tv era como abrir la ventana de casa y hablarle a quien pasara, mientras Ustream y Livestream se sentían un poco más de evento y prolijos. Al poco tiempo apareció BlogTV, nuestro pequeño teatro nocturno, y más tarde esa tribu migró a YouNow. En 2011 YouTube Live entró en escena junto con Google+ Hangouts On Air, y de repente el directo vivía dentro del propio canal. El 26 de junio de 2012 hice mi primer vivo, una charla tranquila con algunos seguidores para pasar el rato y conversar de lo que pintara. Con el tiempo, Twitch se volvió la casa grande de los gamers y de los directos largos con chat encendido, y en la pandemia muchos youtubers cruzaron allí para probar formatos diarios. En paralelo, Periscope conectó el vivo con Twitter y yo también hice transmisiones ahí; después Twitter sumó el botón Go Live dentro de su app y el streaming quedó integrado. Facebook Live acercó a familias y comunidades con transmisiones fáciles desde perfiles y páginas, TikTok Live encendió el vertical con energía joven, y en Instagram Live explotaron las charlas y los encuentros en 2020. Desde 2023 YouTube empuja el vivo vertical dentro del feed de Shorts y a veces, mientras scrolleás, entrás sin darte cuenta en una conversación en tiempo real. Así lo viví yo: de las primeras plataformas improvisadas a elegir hoy un camino más editado y profundo, guardando aquel primer directo como una foto vieja que me recuerda que todo empezó con una cámara encendida y ganas de hablarle al mundo.
Ser creador de habla hispana en un lugar donde casi nadie habla tu idioma es otra montaña. En Canadá, cuando caés a un encuentro de youtubers te sentís medio al costado: explicás lo que hacés y notás que muchos no terminan de conectar, no por mala onda, sino porque no entienden el idioma ni los guiños culturales de tu comunidad. Probar una colaboración se vuelve un rompecabezas: las audiencias son distintas, los códigos cambian, el humor no aterriza igual, y lo que para nosotros es una referencia clarísima, para ellos es ruido.
Además, era otra etapa tecnológica. En esos años no existía la traducción instantánea en los videos ni el “dubbing” con inteligencia artificial para crear tu voz en otro idioma. Si querías cruzar fronteras, era a pulmón: subtítulos manuales, regrabar audios, ajustar tiempos, volver a editar. Nada de apretar un botón y tener el episodio doblado: cada puente había que construirlo ladrillo por ladrillo.
Ahí aparece una barrera silenciosa: la de la pertenencia. Vos creás pensando en tu gente, en su forma de hablar, en su sensibilidad y en su manera de sentir las historias; y al mismo tiempo vivís en un país donde lo “normal” es otra cosa. Entonces hacés malabares: subtítulos, ajustes de timing, pequeñas traducciones internas para que te entiendan en una sala donde tu idioma no suena. A veces pesa, porque no es solo subir un video: es traducirte a vos mismo para dos mundos a la vez.
Pero también está la otra cara: esa terquedad linda de seguir. De aceptar que tu voz nace en español y que ahí está tu casa. De entender que, aunque te sientas solo en algunos meetups, del otro lado hay miles que sí te entienden perfecto, que esperan ese tono, esa charla íntima, esa cercanía. Y ahí, en ese puente, seguís: videos tras video, aprendiendo a abrir puertas en un paisaje ajeno, con la fe tranquila de que la autenticidad siempre encuentra su lugar, incluso lejos de casa.
En 2013, este era mi set de grabación. Usaba un trípode con una Canon y tres lámparas caseras para iluminar los videos. No había focos profesionales ni softboxes, solo ingenio y ganas de crear. Esa luz improvisada fue la que acompañó mis primeros contenidos en YouTube.
A comienzos de 2014 grabé mi primer video de Preguntas y Respuestas para el canal. Fue una de las primeras veces que me animé a hablar directamente con la comunidad, respondiendo lo que me escribían. Ese momento marcó un paso importante: pasar de solo subir videos a empezar a construir un diálogo real con mi audiencia.
En diciembre de 2014 me llegó la iMac Retina 5K de 27 pulgadas (Late 2014) y fue como abrir la puerta de un estudio nuevo dentro de mi casa, la pantalla era un lienzo vibrante, cada píxel una pincelada nítida, el texto parecía impreso y los colores respiraban, para mí, que paso horas mirando detalles minúsculos, esa definición fue un antes y un después, con esa máquina trabajé casi diez años, hasta mediados de 2024, y la sentí como una compañera silenciosa, paciente, siempre lista para otra exportación larga a la madrugada
Esa iMac siguió la senda abierta en 2012, sin bandeja de CD o DVD, y yo me adapté sin drama, todo por descargas, USB y tarjetas SD, más liviano, más directo, menos ruido, ya no había cajas de discos ni estantes ocupados, solo el flujo de archivos viajando entre cámaras, lectores y discos externos, era la confirmación de que el taller del creador se había vuelto 100 por ciento digital, enchufar, importar, editar, corregir, exportar, subir, repetir, y en esa repetición encontré ritmo, oficio y calma
Mientras me acomodaba al 5K, YouTube se transformaba en industria, el Programa de Partners se consolidó y empezaron a contar las placas de reconocimiento, Plata a los 100k, Oro al millón, Diamante a los 10 millones, símbolos que no hacen al talento pero que empujan, marcan etapas, te dicen seguí que vas bien, en paralelo aparecieron las MCN, Multi-Channel Networks, nombres como Fullscreen, Maker, Machinima, algunas ayudaban y otras ataban, te ofrecían contactos, música, campañas, pero a veces con letra chica que no cerraba, y aprendimos a leer contratos, a cuidar la independencia y a negociar desde el propio valor
También cambiaron los formatos, en 2017 llegaron las Stories copiando la idea de Snapchat e Instagram, jugué, probé, las usé para avisos cortos y detrás de escena, pero nunca despegaron de verdad y en junio de 2023 se fueron, una estación más en este tren donde cada vagón trae una promesa y a veces también una despedida, lo que quedó fue la certeza de que el corazón sigue estando en la historia bien contada, no en la herramienta pasajera
Miro hacia atrás y lo veo claro, la iMac 5K se volvió mi mesa de trabajo, la luz fija donde apoyé cada video, cada corrección de color, cada mezcla de audio, y YouTube terminó de convertirse en mi lugar de trabajo, mi espacio para crear y crecer todos los días, entre mates, notas en papel y archivos que van y vienen, no es solo tecnología, es una forma de habitar el tiempo, de convertir ideas en algo que existe, se comparte y vuelve como eco en los comentarios, y cuando apago el monitor siento lo mismo que en 2014, una mezcla de gratitud y hambre creativa, porque esta década me enseñó que el oficio se afila trabajando, y que la pantalla, por más perfecta que sea, solo brilla de verdad cuando la historia que contamos late del otro lado.
Ese año Canon me regaló una VIXIA mini X en un concurso por Twitter: había que tuitear primero la respuesta correcta a una pregunta y ganabas. Fue una línea única pensada para vlogging: súper gran angular, pantalla táctil que se daba vuelta para selfie, soporte/peana para apoyarla en cualquier lado y audio muy bueno para su tamaño (conexiones para mic y auriculares). La usé un tiempo, me encantó, y después se la regalé a un amigo seguidor en Uruguay. Fue de esas cámaras que te abren la cabeza y te invitan a jugar.
Lo recuerdo como si fuera ayer, la primera vez que Google me invitó oficialmente a sus oficinas, y aunque en ese momento no lo sabía, ahí empezó una etapa inolvidable en mi camino como creador, entrar a ese espacio me pegó fuerte, paredes con color, clima creativo, una energía que respiraba innovación, pero lo más valioso no estaba en la arquitectura ni en los juguetes tecnológicos, lo más valioso fueron las personas
Ese día me crucé cara a cara con youtubers locales de Canadá, gente que hasta entonces eran nombres en la pantalla o perfiles con los que me cruzaba en comentarios, de golpe fueron colegas, colaboradores y en varios casos amigos de verdad, en cada charla aparecía una idea nueva, una toma que faltaba, un consejo simple que te ahorra horas, descubrí que cuando nos encontramos, la creatividad se acelera
De esas reuniones nacieron colaboraciones que empujaron nuestros canales, ideas que jamás hubieran surgido en soledad, y una comunidad que trascendía lo digital, en ese tiempo YouTube no era solo una plataforma, era un puente que nos unía en la vida real, cafés improvisados después de los meetups, mensajes de madrugada ajustando un guion, risas por micrófonos que no querían funcionar, pequeñas historias que se vuelven grandes cuando las compartís
Hoy, mirando para atrás, entiendo que esa etapa marcó un antes y un después, me recordó que detrás de cada video hay personas, hay historias, hay sueños compartidos, y que cuando nos reunimos, la magia de crear se multiplica, por eso guardo esa invitación como un amuleto, no por el edificio ni por la credencial, sino por todo lo humano que despertó, porque al final lo que hacemos en YouTube empieza en la pantalla, pero de verdad crece cuando nos miramos a los ojos y decidimos crear juntos.
El 29 de agosto de 2017, YouTube dejó atrás el viejo rectángulo rojo con la palabra Tube y presentó un nuevo logo con el botón de Play al frente. No fue solo un rediseño estético: fue el comienzo de una nueva era, donde la plataforma pasó de ser un espacio casero y comunitario a una marca global profesionalizada.
Ese cambio marcó la unificación de su diseño en móviles, televisores y consolas, y coincidió con la expansión de proyectos como YouTube Kids, Gaming y Music. Para quienes vivimos la época de las ⭐ estrellas y las video-respuestas, fue el recordatorio de que YouTube ya nunca volvería a ser el mismo.
2014 — Tarjeta de presentación con código QR (abajo a la izquierda en la foto) La llevaba a los encuentros de YouTube: la escaneaban y entraban directo a mi canal y redes.
2015 — Libreta y lapicera de YouTube (abajo a la derecha en la foto) Ideas, mini guiones, horarios y notas rápidas para los videos.
2016 — Apple Watch (acero, Series 2) — abajo al centro en la foto. Con la Cámara Remota manejaba el iPhone y me sacaba selfies a distancia sin tocar el teléfono.
2017 — Canon Rebel SL2 / EOS 200D + Tamron 17–50 f/2.8 — arriba a la izquierda en la foto. DSLR liviana con pantalla abatible y Full HD para vlogs. La usé desde 2017 y la seguí usando hasta 2019. Cuerpo original negro con funda de silicona blanca para la estética del set.
2018 — Año de optimización (sin cámara nueva). Seguí con la SL2, y me enfoqué en mejorar el equipo: compré lentes, micrófonos y luces para subir la calidad. Además viajé mucho en cruceros ese año, probando setups portátiles y flujos de edición más rápidos.
2019 — Canon EOS M200 — arriba a la derecha en la foto. Mirrorless compacta con pantalla que gira 180° y enfoque al ojo. Cuerpo original negro con funda de silicona blanca para mantener el look unificado.
2019 — GoPro HERO 8 — derecha, a mitad de la foto. Acción y POV con estabilización. Cuerpo original negro con Sleeve + Lanyard White Hot (accesorio oficial aparte) para protección y llevarla al cuello. Con esa cámara grabé increíble shorts de viajes después.
Fue en esta etapa que nació Alfredoistic (si quieres saber por que elegí ese nombre entra aquí). En plena pandemia elegí dar un giro, crear un espacio de cristales, introspección y autocuidado. La iMac Retina 5K fue mi estudio para ese renacimiento, el lugar donde afiné la mirada, ordené la voz y convertí ideas en rituales de luz.
Finalmente, en julio de 2024, llegó mi nueva aliada, la Mac Studio con chip de la línea M. Apple Silicon cambió el juego para quienes creamos, con memoria unificada que acelera todo y un Neural Engine que empuja tareas de IA como transcripción, mejora de audio y clasificación, media engines para ProRes, HEVC y H.264 que vuelan en export, y una línea de tiempo que se siente liviana incluso con proyectos grandes. Si la Mac mini fue mi chispa inicial, la Mac Studio es mi puente hacia el futuro, una mesa de trabajo silenciosa que me deja pensar mejor y crear más.
Epílogo, cuatro Macs, un viaje creativo
Mac mini 2005, la chispa inicial
iMac 24 pulgadas 2009, el nacimiento de Uruguayo Incoherente
iMac Retina 5K 2014, la profesionalización
Mac Studio M2 2024, el salto a la era de la inteligencia artificial y el nacimiento de Alfredoistic
En paralelo, YouTube cambió de piel mil veces: pasamos de estrellas a likes, de muros de canal a banners, de video respuestas a otros formatos; la mensajería privada desapareció, las historias también desaparecieron de YouTube y vale decirlo claro, no las inventó Instagram, las creó Snapchat y después Instagram las copió antes de que YouTube las sumara y luego las retirara. Se fueron las anotaciones, el editor de video interno, Google+ en comentarios y los subtítulos aportados por la comunidad. También el botón de Suscribirse pasó por todos los colores: amarillo en los inicios, luego el rojo clásico, versiones blancas y negras según el modo claro u oscuro, y el gris cuando ya estabas suscripto, con rediseños y tonos intermedios según la época. Después llegó la era vertical con TikTok, Reels y Shorts, y cada giro me obligó a adaptarme y reencontrar mi voz. Lo importante es que YouTube siguió siendo mi casa: muchos se fueron a otras plataformas como Twitch; yo nunca lo hice. Hoy miro Alfredoistic como un taller abierto. Alfredoistic no va de tecnología: va de personas, de emociones y de piedras que nos acompañan. Es un espacio donde pongo en palabras lo que duele y lo que sana, y lo comparto con quien lo necesite. Y aun así, doy gracias a la tecnología que me permitió grabar, editar y llegar a vos, porque sin esa herramienta este abrazo no habría encontrado camino. Tal vez esa sea la definición más honesta: un rito cotidiano de verdad y compañía, una conversación que sigue mientras yo aprendo, otra vez, a decir lo mismo de otra manera.
Y quizás, cuando pase la moda de cada tendencia y miremos para atrás, nos riamos de lo que dijimos o pensábamos en ese momento. Pero también va a quedar algo valioso: un archivo de nuestra vida, un diario digital, una pequeña prueba de que existimos y dejamos una huella en este mundo tan complicado.
En un momento me di cuenta de algo simple, pero enorme, hablar de mí tenía un techo, en cambio hablar de lo que está fuera de mi yo me abría una ventana nueva, por eso elegí enfocarme en las piedras, en su historia, en su forma de nacer bajo la tierra, en lo que despiertan cuando las miramos y las llevamos cerca. Empecé a coleccionarlas durante la pandemia, como quien arma un mapa íntimo del mundo, y con el tiempo sentí ganas de compartir ese hobby, no para mirarme a mí, sino para mirar juntos.
Lo que hago acá es unir tres capas, la científica, con datos reales, dureza Mohs, composición, origen geológico, la filosófica, con preguntas sobre sentido, belleza y tiempo, y la espiritual, con prácticas de presencia, intención y cuidado personal. No me considero un gurú espiritual, tampoco un geólogo científico. Soy un creador que ama compartir algo que está fuera de su propia biografía, un puente entre vos y el mundo mineral, con honestidad, curiosidad y respeto.
Ese 2021, tras el anuncio del iPad Pro con chip M1, me llegó el equipo que uso para crear. Venía con el Apple Pencil y sumé mis AirPods, todos grabados de fábrica con @alfredoistic. Pequeño detalle, gran recordatorio de que este trabajo lleva mi nombre.
En paralelo, miraba cómo Apple iba marcando hitos y me iba cambiando el set. En 2015 llegó el Apple Watch y se abrió de verdad la era de los wearables; en 2016 aparecieron los AirPods y, de un día para el otro, dejé los cables enredados. Los iPod classic, iPod nano y iPod touch fueron apagando sus luces, y cada nuevo iPhone del 6 al 15 empujó la cámara hasta volver al teléfono una herramienta profesional.
Al mismo tiempo, las redes eran un carrusel. Snapchat popularizó las historias y los filtros geográficos; Instagram copió las Stories y lanzó Reels para pelearle a TikTok. En 2020 explotó Clubhouse con salas de audio y Twitter lo replicó con Spaces; después Twitter cambió a X y transformó la verificación. En el camino murieron Vine, Periscope, Google+ y Omegle. Apareció ChatGPT (OpenAI), una herramienta de inteligencia artificial que a muchos creadores les cambió la vida y a otros se la complicó. También en 2020 YouTube lanzó Shorts, primero en India y en 2021 al mundo, y fue un sacudón. En 2021 ocultaron el conteo público de dislikes; en 2022 llegaron los @handles y por fin todos tuvimos una URL limpia.
Y mientras el presente avanzaba, también se iban viejas costumbres: la mensajería privada, los muros de canal, las video respuestas. Yo seguí adaptando el flujo, aprendiendo formatos y ritmos nuevos. La regla es simple: cambia la herramienta, cambia la plataforma; lo que no cambia es la necesidad de contar algo que valga la pena.
El 26 de marzo de 2023 publiqué el primer episodio de Los Cristales de Alfredo. Fue un día distinto: después de años creando en YouTube, sentí la necesidad de abrir un espacio más íntimo, donde la voz y la palabra respiraran sin apuro. Un lugar para hablar bajito y, aun así, llegar lejos.
La chispa nació en un viaje a Panamá, en marzo de ese mismo año 2023. Era una tarde de claor en la isla Taboga: me tiré a una siestita con el zumbido de las chicharras y el aire tropical pegado a la piel, y de golpe se me prende la lamparita: “¿Y si abro un podcast? Sí, ¿por qué no? Se va a llamar "Los Cristales de Alfredo”. Una semana después, ya en Canadá, me compré todo el equipo: micrófono, auriculares, lo necesario para ese look de podcaster… pero de cristales, algo que no existía en YouTube. Ahí entendí que no era solo un formato: era un hogar nuevo para mi voz y para las historias que las piedras tenían para contar.
Para mí, crear este contenido va más allá de hablar de mí. Hablar de piedras, minerales y cristales pide cuerpo y alma. Antes de grabar sobre una gema, tengo que conseguirla, mirarla, tocarla, sentir su peso y su textura, dejarla convivir conmigo un tiempo, probarla en el altar, observarla en distintas luces. Recién ahí me animo a contar su historia. Lo más lindo es que cada piedra tendrá su video; cuando las miro en la vitrina no solo siento lo que significan energéticamente, también me traen el recuerdo del día en que grabamos juntos, como si cada una guardara adentro el eco de ese episodio.
El podcast nació como extensión natural de Alfredoistic. En la pandemia entendí que los cristales no eran solo belleza: también podían ser compañía, enfoque, cuidado. De ahí salió el impulso de compartir reflexiones y conocimiento en un formato que te acompaña en momentos de calma: mientras lavás los platos, viajás en el bondi o cerrás los ojos un ratito.
Ese primer episodio abrió un camino nuevo. Hablarle a un micrófono sobre los cuarzos, cambió mi manera de conectar: charla cercana, casi un mate compartido a la distancia. Desde entonces, Los Cristales de Alfredo es el rincón donde exploramos mundo mineral, emociones y espiritualidad en una era digital que corre rápido.
Hoy, mirando atrás, entiendo que no fue solo el lanzamiento de un podcast: fue un puente. Entre los cuarzos, la ciencia y la energía; entre la tecnología y el silencio; entre tu historia y la mía. Crecí como creador mientras las redes cambiaban, Apple redibujaba la tecnología y el mundo mutaba de formato otra vez. Y todo tiene algo de vida: incluso esos cristales que laten dentro de nuestras computadoras. Por piezoelectricidad, cristales como el cuarzo (y también la turmalina) convierten presión en electricidad, y viceversa, con una vibración precisa. Eso, para mí, es vida. Como decía Nikola Tesla: “En un cristal tenemos la clara evidencia de la existencia de un principio de vida formativo; y aunque no podamos comprender la vida de un cristal, no por ello deja de ser un ser vivo.” (1900, The Problem of Increasing Human Energy). Toda esa información me volaba la cabeza.
Y algo importante para cerrar: llevo más de quince años creando videos y todavía no tengo la placa de YouTube. Pesa, claro, pero no voy a bajar los brazos. El reconocimiento llegará cuando tenga que llegar; lo que más me importa es seguir acá, firme, creando para ustedes.
Las máquinas no fueron solo máquinas: fueron compañeras de viaje. Y lo mejor es que esta historia todavía se está escribiendo: episodio a episodio, piedra a piedra, con la esperanza sencilla de inspirar, emocionar y acompañarte un poquito más cada día.
En esta foto sostengo un cuarzo rosa en mi estudio, con el RØDE PodMic White Edition y la RØDECaster Duo, listo para grabar unos de mis episodios de Los Cristales de Alfredo. RØDE lanzó una edición especial en blanco llamado, "Limited-Edition White Collection", que salió a la venta en una tirada limitada: pocas unidades para quienes queríamos un setup limpio y distinto. La RØDECaster Duo es el corazón de esa colección: una consola todo en uno con las mismas funciones de la RØDECaster Pro II pero en formato compacto y portable, ideal para podcasts chicos, streaming o cualquier creación donde necesitás resultados grandes en un escritorio chico. El acabado blanco realza la interfaz luminosa y los controles RGB, y combina perfecto con el PodMic White Edition.
A nivel personal, como youtuber siempre le tuve mucho respeto a RØDE. La sentí una marca que banca a los creadores: equipos nobles, sonido confiable, detalles pensados para la vida real y una curva de aprendizaje que no te frena, te impulsa. Cada vez que prendo este setup siento tranquilidad y entusiasmo a la vez, como si la tecnología se hiciera invisible para dejar pasar la voz y la historia que quiero contar.
Si algo deseo con este proyecto de podcast "Los Cristales de Alfredo" es que, cada vez que te cruces con una piedra, la mires con otros ojos; que escuches su historia y también la tuya. Que este espacio te acompañe a aprender, sentir y cuidarte un poco más, conmigo del otro lado del micrófono siendo tu compañía.
En este 2025, YouTube sigue transformándose y mi canal Alfredoistic refleja muchas de esas novedades que marcan la nueva era de la plataforma:
Botón de Suscribirse en negro
El clásico botón rojo pasó a ser negro, un diseño más elegante que unifica la estética de YouTube en todas sus versiones, tanto móvil como escritorio.
Filtros personalizados para Shorts
Ahora los creadores podemos diseñar y publicar nuestros propios filtros dentro de Shorts. En mi canal ya puedes encontrar filtros inspirados en cristales y minerales como Alexandrite Shift o Rose Quartz Embrace creados por mi.
La pestaña Comunidad
Un espacio renovado donde los suscriptores pueden compartir fotos y publicaciones directamente con su creador favorito. Esto acerca mucho más la relación creador–audiencia.
La opción “Join” / “Hazte miembro”
La membresía se destaca más que nunca. Desde aquí, los seguidores pueden apoyar al canal, acceder a beneficios exclusivos y formar parte de una comunidad más cercana.
Al principio, YouTube lo mirábamos en la computadora de escritorio, con pantallas grandes pero fijas. Luego llegó la revolución de los móviles y las tabletas, y los videos pasaron a acompañarnos en cualquier lugar, a toda hora. Hoy, la experiencia volvió a crecer: YouTube ya no vive solo en nuestras manos, sino también en la sala de estar, con YouTube TV llevando a los creadores directamente a la pantalla grande.
En 2025, la plataforma también sumó el botón Hype, una nueva forma de que los espectadores demuestren apoyo y entusiasmo en tiempo real, marcando un paso más hacia la interacción directa entre creador y comunidad.
👉 Si querés saber más sobre el botón Hype, entra aquí
YouTube cambió las pantallas, pero lo esencial sigue igual: las historias que nos inspiran, nos hacen reír y nos conectan, sin importar dónde las veamos.
Alfredo Kondraski
¿Tenés un cristal especial que siempre te acompaña? 💎✨
Ahora podés mostrarlo en la Comunidad Alfredoistic.
👉 Escaneá este código con tu celular y subí la foto de tu piedra favorita. Así no solo la voy a ver yo, sino también toda la comunidad que comparte esta pasión por los cristales.
Cada piedra tiene su historia, y al compartirla, sumás tu energía al círculo mágico que estamos creando juntos. 🌌
📲 Recordá: funciona solo desde tu móvil porque YouTube muestra “Visit alfredoistic's Community on the YouTube app”.
✨ Animate a participar, subí tu cristal y conectemos más allá de la pantalla.
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